"Cante Jondo", Julio Romero de Torres, año 1930 Museo: Museo Julio Romero de Torres |
Por Antonio
Moreno Ruiz
Hay mucha gente que parece que le molesta que
el flamenco represente a España. Cuando lo cierto es que, como dice el
músico Carlos Núñez, las dos marcas musicales de España más conocidas son
el flamenco y la música celta. En Sudamérica lo he comprobado: La imagen
flamenca y la imagen gaitera. Que no debe ser la única por supuesto. Y es que
no lo es. ¿Acaso no se conoce España por la paella valenciana? ¿O por el muy
aragonés cachirulo ante la Pilarica? ¿Acaso no se conoce que la capital es
Madrid, o no se habla de las Baleares y las Canarias? Sinceramente, no entiendo
estos absurdos propios de acomplejados que, en la gran mayoría de los casos, no
tienen ni idea de lo que hablan.
Y es que hay que aclarar que, en todo caso, el
flamenco, como bien dice el musicólogo Faustino Núñez, no es folclore
propiamente dicho, sino una reinterpretación (o "remasterización")
del folclore desde una visión andaluza. Y si el flamenco tiene esa conexión
universal, es porque resulta de una alquimia y amalgama de elementos orientales,
barrocos e hispanoamericanos, hecha por artistas de la tierra y no en cuevas esotéricas e inaccesibles. Pero fuera aparte de eso, aquí lo que molesta es el "sello
andaluz". Lo que molesta es que Andalucía destaque. Y es que no he visto
una región más perjudicada e insultada en España. Nos han dicho durante no sé
cuánto tiempo que hablamos mal, que si somos vagos, chistosos, excesivamente
fiesteros... Si la mitad de eso hubiera sido dicho a otras regiones, se armaba
la de Dios es Cristo. Rara es la semana que de la prensa madrileña o catalana
no hay insultos contra nosotros. Los separatistas “catalanes” y “vascos”, cada
vez que huelen elecciones, se dedican a despotricar contra nosotros. Por un
lado, los que se dicen andalucistas, no han caído sino en mentiras y
deformaciones propias de un imperialismo arabista acomplejado, ahíto de
exotismos ridículos, y por otra parte, tanto separatistas como centralistas nos
tienen en su diana de improperios. En fin, a veces pienso que tirios y troyanos
tienen ganas de que los andaluces nos hagamos separatistas. Aunque el absurdo
mensaje de un Blas Infante que nunca tuvo predicamento haya calado más de la
cuenta por mor de la política socialista y sus adláteres (entre los que se
encuentra el PP), a la gente no le ha dado en serio por eso. Y el día que sea
tomado en serio, la ETA nos va a parecer un dulce. La gente está muy equivocada
con Andalucía y no saben que el andaluz puede aguantar carros y carretas, pero
que cuando revienta, es capaz de arrasar con todo. ¿No se acuerdan que fue en
Bailén donde Napoleón Bonaparte sufrió su primera derrota militar?
Y bueno, a los que tanto les molesta lo andaluz: ¿Acaso no somos casi diez millones? ¿Acaso no fue en el sur de dónde surgió la primera lengua romance del país? ¿No fue andaluz Elio Antonio de Lebrija, el primer gramático de la lengua española? ¿No son andaluces toda una pléyade de poetas que han embellecido una lengua que se hizo universal a través de nuestros puertos? ¿Acaso no fueron Sevilla y Cádiz dos de las ciudades más importantes de España durante siglos, albergando asimismo una riqueza histórica inigualable desde muy pretéritos tiempos? ¿No fueron del sur los mozárabes que ayudaron a repoblar los reinos del norte y no somos, asimismo los andaluces, la mezcla de los repobladores de los distintos puntos de España e incluso del extranjero? ¿No somos acaso la conexión más directa para con Canarias e Hispanoamérica?
Así las cosas, lamento fastidiarles, pero es
lógico que lo andaluz sea tan representativo. Y que conste que no todo andaluz
es un amante del flamenco, y que de hecho el flamenco sensu stricto siempre fue
un arte más bien para minorías; pero como digo, este debate va por otros derroteros.
Y eso: Al que no le guste, ajo y agua.
(1)Véase la conferencia “La herenciahispanoamericana en el flamenco”.
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