martes, 15 de julio de 2014

EL FLAMENCO Y LA IMAGEN DE ESPAÑA





"Cante Jondo", Julio Romero de Torres, año 1930
Museo: Museo Julio Romero de Torres


Por Antonio Moreno Ruiz


Hay mucha gente que parece que le molesta que el flamenco represente a España. Cuando lo cierto es que, como dice el músico Carlos Núñez, las dos marcas musicales de España más conocidas son el flamenco y la música celta. En Sudamérica lo he comprobado: La imagen flamenca y la imagen gaitera. Que no debe ser la única por supuesto. Y es que no lo es. ¿Acaso no se conoce España por la paella valenciana? ¿O por el muy aragonés cachirulo ante la Pilarica? ¿Acaso no se conoce que la capital es Madrid, o no se habla de las Baleares y las Canarias? Sinceramente, no entiendo estos absurdos propios de acomplejados que, en la gran mayoría de los casos, no tienen ni idea de lo que hablan. 


Y es que hay que aclarar que, en todo caso, el flamenco, como bien dice el musicólogo Faustino Núñez, no es folclore propiamente dicho, sino una reinterpretación (o "remasterización") del folclore desde una visión andaluza. Y si el flamenco tiene esa conexión universal, es porque resulta de una alquimia y amalgama de elementos orientales, barrocos e hispanoamericanos, hecha por artistas de la tierra y no en cuevas esotéricas e inaccesibles. Pero fuera aparte de eso, aquí lo que molesta es el "sello andaluz". Lo que molesta es que Andalucía destaque. Y es que no he visto una región más perjudicada e insultada en España. Nos han dicho durante no sé cuánto tiempo que hablamos mal, que si somos vagos, chistosos, excesivamente fiesteros... Si la mitad de eso hubiera sido dicho a otras regiones, se armaba la de Dios es Cristo. Rara es la semana que de la prensa madrileña o catalana no hay insultos contra nosotros. Los separatistas “catalanes” y “vascos”, cada vez que huelen elecciones, se dedican a despotricar contra nosotros. Por un lado, los que se dicen andalucistas, no han caído sino en mentiras y deformaciones propias de un imperialismo arabista acomplejado, ahíto de exotismos ridículos, y por otra parte, tanto separatistas como centralistas nos tienen en su diana de improperios. En fin, a veces pienso que tirios y troyanos tienen ganas de que los andaluces nos hagamos separatistas. Aunque el absurdo mensaje de un Blas Infante que nunca tuvo predicamento haya calado más de la cuenta por mor de la política socialista y sus adláteres (entre los que se encuentra el PP), a la gente no le ha dado en serio por eso. Y el día que sea tomado en serio, la ETA nos va a parecer un dulce. La gente está muy equivocada con Andalucía y no saben que el andaluz puede aguantar carros y carretas, pero que cuando revienta, es capaz de arrasar con todo. ¿No se acuerdan que fue en Bailén donde Napoleón Bonaparte sufrió su primera derrota militar?


Y bueno, a los que tanto les molesta lo andaluz: ¿Acaso no somos casi diez millones? ¿Acaso no fue en el sur de dónde surgió la primera lengua romance del país? ¿No fue andaluz Elio Antonio de Lebrija, el primer gramático de la lengua española? ¿No son andaluces toda una pléyade de poetas que han embellecido una lengua que se hizo universal a través de nuestros puertos? ¿Acaso no fueron Sevilla y Cádiz dos de las ciudades más importantes de España durante siglos, albergando asimismo una riqueza histórica inigualable desde muy pretéritos tiempos? ¿No fueron del sur los mozárabes que ayudaron a repoblar los reinos del norte y no somos, asimismo los andaluces, la mezcla de los repobladores de los distintos puntos de España e incluso del extranjero? ¿No somos acaso la conexión más directa para con Canarias e Hispanoamérica?


Así las cosas, lamento fastidiarles, pero es lógico que lo andaluz sea tan representativo. Y que conste que no todo andaluz es un amante del flamenco, y que de hecho el flamenco sensu stricto siempre fue un arte más bien para minorías; pero como digo, este debate va por otros derroteros. Y eso: Al que no le guste, ajo y agua.

(1)Véase la conferencia “La herenciahispanoamericana en el flamenco”. 

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