viernes, 19 de agosto de 2016

EL RACISMO GITANO QUE NO ES GITANO

Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor 

Como nuestros lectores saben, alguna que otra vez hemos hablado del flamenco (1) y sus tópicos. Gracias a Dios, éstos cada vez son más superados, pues las evidencias son demasiadas. Y aunque los cansinos siguen con sus historias, la mayoría de las veces da pereza siquiera contestarles. Pero esto ya nos parece de fuerza mayor, porque los insultos racistoides contra nuestro pueblo nunca son tolerables.
Conste que, así como encabezamos este escrito, en absoluto juzgamos mal al pueblo gitano, sino al contrario: Contestamos a quienes utilizan al pueblo gitano para imponer una suerte de racismo exclusivista extrahispano y “post-romántico” que no se sostiene por ninguna parte.
Desde hace tiempo, Ricardo Pachón y adláteres vienen desbarrando sobre el flamenco en base al purismo racista dizque gitano. Curioso es que haga alarde de purismo excluyente a la vejez quienes, durante toda su vida, produjeron fusiones un tanto indigestas que nulo favor le hicieron al flamenco. Quedará muy moderno y muy “underground” y todos esos anglicismos del demonio mezclar flamenco con jazz o lo que sea, pero recuerdo que, aunque yo era muy niño, en aquella época todo aquello recibía críticas de los “puristas”, entre otras cosas, porque se hacía con músicos muy de Despeñaperros para arriba. Y con unas voces roncas desagradables que jamás existieron en el flamenco. Pero desde luego, es muy socorrido recurrir al racismo cuando no se llega.
Está claro que para gustos los colores, pero si nos remitimos al “flamenco puro”, poco favor le ha hecho. El flamenco cada vez está más mediocre y menos creativo. Y si se ha mantenido hasta hace poco, era gracias a las sagas de artistas y al celo fervoroso de muchos oyentes y curiosos. Desde hace años, sin embargo, desde el Estado se hace la guerra a la familia y al pueblo, adocenándolo para que abandone su cultura y sus costumbres y se eche en manos de lo primero que venga de fuera como si fuera el maná. Si la generación de mis padres tenía el complejo de que “tenemos que ser como Europa”, nosotros ya celebramos Halloween. Eso sí: Con voces roncas, como quien se harta de aguardiente luego de ponerse fina la nariz. Creando escuelas de borricos resfriados y demás malos imitadores.
Qué imagen tan lamentable, joder.
El escrito de Ricardo Pachón puede verse completo en el enlace:


Es bastante largo. Con todo, vayamos a sus ideas-fuerza:


LO QUE SE HA ESCRITO HASTA AHORA DE FLAMENCO NO VALE, PORQUE HA SIDO ESCRITO POR FLAMENCÓLOGOS PAYOS

No sorprende que se acuda al término “payo”, que es un vocablo racista. Pero bueno, todo ello corrobora lo que decimos: Si uno es “castellano”, no puede ni siquiera investigar, porque no le va a salir bien.  Vamos, yo, que soy de la Andalucía profunda a través de muchas generaciones (puestos a jugar a ser Sabinos Aranas…) resulta que soy sospechoso de “manipulador” según el criterio de alguien que es tan “castellano” como yo o más. Sin embargo, ese racismo gitanista-determinista se le olvida cuando cita como reputado flamencólogo a ¡Caballero Bonald! Descendiente del vizconde de Bonald, un pensador reaccionario francés. Sí señor, para dar lecciones de pureza gitana estamos… Y en su lista de cantaores, se le “olvida” a Silverio Franconetti, el mismo que extendió lo que a finales del siglo XIX se conoce como flamenco y que antes entraba dentro del Cante o Género Andaluz, y que no era gitano. Chacón tampoco era gitano. Y tantos y tantos otros. Pero claro, es que nosotros no podemos hablar de estos temas. Sólo Caballero Bonald y Pachón.
Por cierto, para quejarse de la clase política, hay que recordar que Pachón fue un militante histórico de la “autonomía” con la bandera islamizante del antitaurino y antisantiaguista (y amigo de racistas antiespañoles) Blas (Ahmad cuando se convirtió al islam) Infante y Pérez de Vargas de por medio, uno de tantos que jamás ha reconocido su mediocre culpa en aquel proceso caciquil que nos tiene postrados desde entonces, y que nos ha forzado a tantos jóvenes a la emigración. Y a Caballero Bonald le han dado el Premio Cervantes, igual que Juan Goytisolo. ¡Grandes ejemplos de persecución y rebeldía! Qué falsas suenan esas quejas de la política, de una política a la que algunos tanto han contribuido, y que tanta responsabilidad tienen como los políticos. Sé positivamente que no pagarán en vida sus tropelías, pero del juicio divino sí que no se escapa nadie.
Ah, Demófilo; otra autoridad a la que se recurre, tampoco era gitano. Y hasta tenía orígenes muy de Despeñaperros para arriba. Y si bien es cierto que su labor es encomiable como recolector de letras, no sabíamos que sus conclusiones eran palabras de Dios, máxime cuando no era gitano…


LOS GITANOS ANDALUCES FORMAN UNA ISLA ENTRE SEVILLA Y CÁDIZ EN LA CUAL NO SE CONTAMINAN CON OTRAS MÚSICAS

Se dice que: “Con meridiana claridad Caballero Bonald confirma la importancia del pueblo gitano-andaluz en el nacimiento de este arte. Por supuesto que los gitanos no traían el flamenco del Punjab, ni de los países transitados en su hégira desde la India a Triana. En todas las caravanas gitanas viajaban familias de herreros, caldereros, tratantes de ganado y, por supuesto, músicos y danzantes. Estos últimos fueron ampliando su música y su instrumental al paso por Rajastán, Asia Menor, Grecia, los Balcanes, Imperio Austro-Húngaro, Francia y España.
Llegaron a Triana sobre 1470 y en este arrabal de marginados convivieron con judíos conversos, moriscos y, sobretodo, esclavos negros escapados o manumitidos de casas sevillanas. Por eso no debe extrañarnos que en el Libro de la gitanería de Triana, escrito por Jerónimo de Alva y Dieguez, en 1749, se mencionen, como bailes de gitanos el cumbé, el guineano, el mandingoy y la zarabanda, todos de origen africano.”

Como historia romántica de un nacionalismo rancio trianero, queda muy bien. Pero muy pronto llegan las contradicciones; obviándose asimismo que en Triana no sólo vivían gitanos, negros y moriscos, sino también muchos “castellanos”, e incluso hubo un barrio de portugueses. Los judíos conversos no vivían precisamente en Triana, sino en otras zonas, generalmente más pudientes; y desde luego, no constituían ningún "proletariado". Aunque de todas formas, Triana no era un “arrabal marginado”, y dentro del otro lado del río, había ricos y pobres. Como en todos lados.
Sevilla y Cádiz, desde finales del XV a finales del XVIII, albergaron un gran círculo metropolitano donde, amén de gentes de todas las Españas (catalanes, gallegos, leoneses, castellanos, vascongados…) y otros grupos ya mencionados, se dieron cita franceses, alemanes, flamencos, genoveses, florentinos… Hasta armenios. Era un circuito “cosmopolita” de la época, uno de los más florecientes del mundo, avanzadilla del Atlántico hacia Canarias y América. ¿Y en este contexto, los gitanos desde Triana a Cádiz mantuvieron una pureza absoluta que venía de ellos y de nadie más (bueno, que sí, que de los negros también…)?
Eso por no contar que Andalucía es tierra de repoblación. Algo muy elemental y visible en nuestra identidad popular.
Por otra parte, cierto es que el flamenco tiene un regusto oriental. Dilucidar si eso viene de árabes, judíos, mozárabes, o vaya usted a saber dónde, es una pérdida de tiempo, porque ese tono melismático está extendido por todo el Mediterráneo, al igual que existe en la India o Irán. ¿Se acogieron los gitanos tan pronto a eso porque les recordaba como un aire de familia? A mí me da esa impresión. Pero no estamos ante una ciencia exacta y es imposible categorizar hasta esos puntos.
Si los gitanos no se pudieron aislar de negros y moriscos, ¿se iban a aislar de “castellanos” y portugueses? ¿Iban a escapar a sus influencias? Vamos, que ya puestos, ¿los gitanos asimilaron músicas de negros, pero sin embargo, rechazaron jácaras, folías, romanescas, seguidillas, jotas o romances?
Hablando de moriscos: Los de Triana, en muchos casos, procedían de Granada (a la que expulsan directamente del flamenco). Ya que cita músicas de negros, ¿por qué no cita músicas de moriscos?
Al final me tengo que acordar de “La llave de la música flamenca” (Signatura Ediciones) de los hermanos Hurtado Torres, libro capital sobre el flamenco desde un punto de vista musical –que no “anecdótico”-, donde se nos recuerda cómo ya desde finales del siglo XVIII ciertos románticos proyectaban sus sueños sobre los gitanos, poniendo palabras en sus bocas que jamás habían dicho.
Yo la verdad es que no sé en qué beneficia a los gitanos esa etiqueta de “marginal”, pero más de uno se sorprendería al ver las memorias del general Queipo de Llano, donde alaba vehementemente a los gitanos por haber colaborado con el Alzamiento. Además de eso, sabido es la buena sintonía que hubo entre la comunidad gitana y la Comunión Tradicionalista, habiendo colaboración activa para proteger la iglesia de San Román del terror rojo, así como hubo gitanos en el Requeté. Gitanos ha habido siempre de muchos tipos. No todos han sido canasteros. Y tampoco han sido todos bohemios progres, que es un fenómeno de Mayo del 68. Más bien al contrario: Si por algo se han destacado muchas familias gitanas es por haber sido gentes que han valorado el orden y la tradición por encima de todo. Y eso poco casa con determinadas ideologías modernas, que al final, no demuestran sino un paternalismo muy mal disimulado; una especie de complejo de superioridad que se cree poder enseñar y utilizar a los demás; como tantos progres oenegeros que exportamos desgraciadamente por el mundo con el dinero de todos, faltaría más.


LA ¡INVASIÓN! DEL FOLCLORE ANDALUZ E HISPANOAMERICANO…

En verdad es bueno que diga esto, porque el que más y el que menos se da cuenta del aire de familia existentes entre muchas músicas de Andalucía e Hispanoamérica, siempre con el filtro de Canarias y Cuba por bandera.
De todas formas, ya que se utiliza el término “invasión”, ¿nos podrían explicar los racistas gitanistas por qué en la forma de la guitarra que acompaña al cante de la soleá hay regusto de fandango antiguo, que ya en el siglo XVIII el Diccionario de Autoridades refleja como un “baile muy alegre que han traído los que han estado en las Indias”? ¿Por qué esa “forma” de guitarra esté presente también desde México a Argentina?
¿Por qué Caballero Bonald oculta a Silverio Franconetti quien, a su vez, estuvo emigrado en Uruguay?



Silverio Franconetti, buque-insignia del flamenco e ignorado por Pachón y Caballero Bonald, entre otros. 




Díganme una cosa: Si uno de los platos más famosos de la cocina española es la tortilla de papas, gestada en la cocina del general carlista Zumalacárregui, y si hasta el gazpacho lleva tomate… Quiero decir, si en las cosas más cotidianas referentes a nuestros usos y costumbres hay acriollamientos, ¿la música iba a escapar a ello? ¿O es que sólo hacían música unos supuestos gitanos puros aislados del resto del mundo?
Que haya gitanos rubios, otros que parezcan hindúes, otros que parezcan moros y otros que parezcan mulatos será puritita casualidad y, por supuesto, eso de los fenotipos y las costumbres nada afecta a la pureza de la música, que es una suerte de esencia racial distinta de todo lo que rodea. Una música que se ha mantenido pura e intocable desde el siglo XV, eso sí, sólo con algunos ribetes negros... El problema es cuando la palabra “tango” aparece en Cádiz en el siglo XIX como el tango de los negros, pero también como el tango americano… Así como en los teatros de La Habana ya está documentada en el siglo XIX la presencia del Cante o Género Andaluz, que convivió con el zortzico vasco y otras músicas peninsulares y criollas. Qué “casualidad” que Pepe Marchena, uno de los más grandes cantaores (mucho más cantaor y no digamos flamenco que muchos de los postcamaroneros de Pachón y compañía) creara la colombiana flamenca a través del corrido mexicano y el zortzico… Pero claro, si los flamencos no salieran de Triana o Cádiz y como mucho sólo captaran algunos “bailes negros”… Pero negros de Triana, eh, que no de Cuba ni de otros lugares.
Ya en serio: De “invasión” nada. Algo tan real como vivo, fascinante y emocionante. Crisol de músicas y de gentes cuyo tronco es muy anterior a la llegada de los gitanos. Un mundo mucho más rico y complejo que la mentira de las patas muy cortas que ya provoca vergüenza ajena.


EL FLAMENCO NO ES “ARTE POPULAR”

En cuanto al racismo, parece que también se da una suerte de “aristocracia” atragantada. Por lo visto, para algunos ser artista o ser del pueblo es una deshonra.
Hay que decir que el flamenco no es folclore. Cierto. Me gusta la definición del musicólogo Faustino Núñez: Reinterpretación del folclore, desde una óptica “andaluzada” o también “agitanada”, si se quiere. Pero el flamenco no nació en una isla racista, ni tampoco el pueblo gitano nació con tal esquema. Y entre los gitanos, como entre los castellanos, han sido los buenos artistas profesionales los que se han dedicado a extender, pulir y evolucionar los diferentes palos de una música llena de sutilezas y hasta refinamientos. Y de una música que siempre ha estado presente en toda Andalucía (y Granada, que no fue oficialmente Andalucía hasta el liberalismo del siglo XIX), incluyendo lindes extremeños y murcianos.
Dentro de las formas artísticas, resulta que el “postcamaroneo” ha extendido, además, la idea que cantar con la voz ronca es lo “puro/gitano”. Sin embargo, las grabaciones de principios del siglo XX, las más antiguas y “puras”, nos dicen todo lo contrario: Se cantaba con voces “laínas”, las mismas que empleaban la Niña de los Peines o el Gloria. ¿Y cuando le decían al Carbonerillo “¡así se canta gitano!”? A día de hoy, Antonio Mairena o Manolo Caracol sonarían “payos” según los estereotipos más racistas y cerriles. Por cierto, estereotipos que están dejando al mairenismo en pañales.
Y sí: El flamenco no es popular en toda Andalucía. Pero no por ello es “mayor” o “menor”, ni ajeno al acervo etnomusical del sur ibérico. El flamenco se nutre –y reinterpreta- de ese acervo musical preexistente. Se entiende el flamenco a partir de ello y no al revés.
Como para hablar de “invasiones”, que manda huevos.
Esta actitud exclusivista es la que provoca antipatía y recelo a una de las mejores imágenes de España y a una de las músicas más ricas de Occidente. Esta actitud es la misma que tienen los que rechazan el flamenco como algo “no español”. Al final, Dios los cría y ellos se juntan. Todo sea por buscar hechos diferenciales que nos dividan y desquicien más todavía.
En fin: Como decimos, esto da pereza ya. Pero ante el insulto y la mentira, no se puede uno callar.

Por desgracia, pienso que vivimos uno de los últimos momentos del flamenco. Al no haber familias, no hay transmisión. Al no haber transmisión, el flamenco se pierde, pues es una música llena de sutilezas, matices y hasta refinamientos, que no se aprende en un rato, ni se abona con modas más o menos pegajosas. Al estar invadidos por hechos culturales anglomediocres y por topicazos deformadores, esto no es sino una consecuencia lógica. Este racismo es el que ha hecho que muchos de Despeñaperros para arriba, con voces roncas, estén vendiendo por medio mundo algo que aburre y chirría. Eso, mientras se ha desprestigiado a muchas músicas y cantaores que brillaron por su excelencia. Al final, todo se paga. Y vaya si lo estamos pagando… Pero eso sí: Al menos, las corrientes más lógicas, musicológicas y antropológicas, nos han hecho ver la luz ante tanto desafuero. Y quien sabe si en verdad no está sino rebrotando esa hermandad natural entre músicas que nos pueda llevar a una mejor comprensión entre hispanos… Total, por soñar, que no quede. Al final, no hay mal que por bien no venga. Y de males ya estamos hartos. 



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