viernes, 22 de agosto de 2014

UNA LÁPIDA FUNERARIA PARA UNA NIÑA ROMANA


"Lápida romana ubicada en la fachada del palacio de los Golfines de Abajo, Cáceres"

Luis Gómez

Antonio García y Bellido, en su libro “Veinticinco estampas de la España antigua” nos ilustra con un capítulo dedicado a los epitafios romanos.

España posee un amplio pasado romano, y las lápidas halladas en casi todos los pueblos de nuestra Piel de Toro así lo atestiguan.

Generalmente, este tipo de laudas funerarias se componen de unas cuantas letras esculpidas en piedra, en donde según unas reglas establecidas, se indica el nombre del finado, edad, filiación y en muchos casos los nombres de quienes dedican el monumento funerario. Suelen terminar con la consabida fórmula de: S.T.T.L. “Séale la Tierra Liviana”, queriendo indicar, que el peso de la tierra que ahora soporta el difunto, sea lo más llevadero posible desde ese momento hasta la eternidad.

Cuando leí por primera vez el libro de Bellido, me llamó (-y al autor del libro le pasó al parecer lo mismo-) poderosamente la atención esta lápida dedicada a una niña romana, que por su curiosidad y belleza transcribo entera con las anotaciones del propio Antonio García Bellido.

Dice así:

“No puedo renunciar a transcribir, como colofón de este menguada serie de ejemplos, el más bello epitafio pagano de todos los por mí conocidos, epitafio que une a su extremada sencillez el origen vulgar de su motivo y el hondo sentido lírico que su autor, el español Martialis (cuya pluma se ensució tantas veces con los más obscenos versos), supo darle. Martialis dedica su epigrama a Flaccilla, niña muerta de apenas seis años, y termina glosando el vulgar sit tibi terra levis, fórmula corriente –como se ha visto- en los epitafios, de este delicado modo:

Que no cubra sus tiernos huesos un duro césped, ni tú ¡oh tierra! gravites en demasía sobre ellos… ¡pesó tan poco ella sobre ti!...

Pero transcribámoslos por una vez en su lengua originaria para saborear en ella la concisión de la frase y la belleza de la fórmula:

Mollia non rigidus caespes tegar ossa, nec illi, -Terra, gravis fueris: non fuit illa tibi.


"El calagurritano Marco Valerio Marcial"

El español Marcial había nacido en lo que hoy es la actual Calatayud alrededor el año 40 d.C. Es considerado uno de los mejores poetas y escritores satíricos de su época. Discípulo de Séneca viajó a Roma para perfeccionarse, pero la caída en desgracia y posterior suicidio de su mentor hicieron que éste quedase desamparado y que hubiese de ganarse la vida de muchas formas. Una de ellas era la de escribir por encargo, costumbre ésta muy extendida en la antigüedad. Redactar cartas, poemas de amor (o desamor) epitafios, o escritos en los que se ridiculizaba a un adversario o enemigo, eran cuestiones en las que se afanaban estos escritores. La fama de sus trabajos llegaba a ser tal, que en ocasiones se hacían bastante famosos.

Marcial ha pasado a la historia como poeta, pero se le conoce más por sus ácidas sátiras, que dejaban muy mal parados a los receptores de sus dardos. Es por ello que llama poderosamente la atención en la forma delicada que tiene de pedir a la Tierra, que no haga sufrir el pequeño cuerpo de Flaccilla, pues ella, niña de corta edad, apenas pudo haberle pesado mucho.   

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