Historiador y escritor
Como hemos hablado en otros artículos, muchas veces determinadas imágenes románticas, extranjeras o politizadas han deformado absolutamente la identidad etnomusical española, y probablemente Andalucía es la que se lleva la palma en todos estos grotescos cuadros, pues no en vano la imagen que queda es que no tenemos una cultura propia que no se deba a África o al Oriente. Y eso no es así ni tan siquiera en el flamenco, que no es folclore propiamente dicho, sino una reinterpretación del folclore, cuyas raíces son más complejas y claras de lo que nos han querido contar muchas veces (1). Sin embargo, con todo lo que a un servidor le gusta el flamenco, no sólo de flamenco vive Andalucía. En el sur ibérico tenemos una gran variedad de manifestaciones populares y tradicionales que ni nosotros mismos conocemos; y en ellas, confirmamos la interacción con las músicas criollas y asimismo, cómo en Canarias (2) se conserva un folclore muy parecido al antiguo folclore andaluz que, gracias entre otros, a asociaciones folclóricas como la de Juan Navarro de Torremolinos, todavía vive recordándonos de dónde venimos y a dónde debemos ir. Y es que también sucede que, como aquí vemos, existe todo un sustrato musical hispánico que tiene unas raíces comunes innegables hasta en la nomenclatura y los bailes y se reitera por la Península e islas adyacentes, proyectándose luego sobre América. Y mal que bien, eso no se ha podido borrar, y si no se ha borrado, es por algo; porque por más intereses politiqueros que haya, la tradición siempre aparece como una dinámica novedad.
En fin, pasen y vean el folclore andaluz que habitualmente no vemos:
(1) Recuérdese:
(2) Recuérdese:
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