Hay una corriente (minoritaria, todo hay que decirlo) que está pretendiendo fusionar flamenco con música hindú. Los presupuestos serían los siguientes:
-Los gitanos son los inventores del flamenco.
-Como los gitanos proceden de la India, ahí hay que buscar la "pureza".
-Otrosí, en Andalucía la gente no sabría hacer música hasta que llegaron los gitanos en el siglo XV... Es más, ya puestos, no sabían hablar. Ni respirar. El auténtico duende, el pellizco, está en los gitanos. El “castellano” no tiene espontaneidad, no tiene suficiente chispa, no sabe…
Si esta "corriente" no es racista, desde luego lo parece.
Con todo, damas y caballeros, desde un punto de vista de antropología elemental, es sencillamente imposible. Los gitanos son un pueblo nómada que partió desde los confines del Rajastán y pasó por muy diversos espacios geográficos y culturales, recibiendo durante siglos un intenso mestizaje. Los primeros gitanos llegaron a España en el siglo XV supuestamente a través de Egipto, de ahí a que se les llamara “egiptanos” o “egipcianos”. De todas formas, no fue la única “oleada”, pues sabemos que en el siglo XIX llegaron gitanos de Grecia, Rumanía y Hungría y se establecieron en Triana. Y sobre todo en el siglo XVII, los gitanos que ya estaban en Andalucía se mestizaron progresivamente con moriscos, negros y castellanos.
Sea como fuere, el contacto con América ha sido determinante para España, y mucho más si concretamos en Andalucía y Canarias. La medicina, la botánica, el derecho, la gastronomía, la geografía, la economía… No se explica sin el contacto con los virreinatos americanos. ¿Iba a escapar la música a ello? ¡Al contrario! La música española fue cambiada (casi) en su totalidad por el contacto con América en tres siglos.
Y de todas formas, la rúbrica oriental del flamenco (que la tiene), viene del Mediterráneo y no es “exclusivamente árabe” (de hecho, la música árabe no se entiende sin los aportes de Bizancio y del Egipto preislámico), pues esas formas melismáticas están presentes en músicas como las de la India, Turquía, Grecia o los Balcanes. De esta fusión con los ritmos europeos/barrocos y criollos, se gesta en el siglo XIX lo que hoy en día conocemos por flamenco. Y se gesta por artistas andaluces, no por “bandoleros” ni por “marginados” en cuevas o fraguas. Por lo que fusionar flamenco con música hindú ni va a dar calidad musical ni va a aportar "pureza" u origen. No es sino un mamarracho más que nada va a aportar a la música flamenca. Y que además, suena malamente.
Leíamos hace poco una entrevista al catedrático Suárez Japón en la que, entre otras cosas, se trata sobre el flamenco. La entrevista íntegra puede verse pulsando el enlace:
No obstante, en la parte que nos interesa, transcribimos lo siguiente: Si usted sitúa sobre un mapa de Andalucía las localidades cantaoras, que son las que tienen una masa de cantaores y cantes importantes, observará que el Bajo Guadalquivir, o Andalucía la Baja como diría Antonio Mairena, está repleta de estas ciudades. Esto se debe a que la mayoría de los gitanos se asentaron en el valle, una zona donde se pedía mano de obra para los grandes latifundios y donde había agrociudades importantes donde se podían vender burros (actividad tradicional de los gitanos), etcétera. Por eso, si hace una relación de los artistas flamencos más antiguos que conocemos verá que la inmensa mayoría son del llano y son gitanos. Sin embargo, cuando se aleja del llano y se fija en las zonas de montaña, como Sierra Morena y la Bética, a las que Hipólito Rossy llamó el territorio del fandango, observará que allí no habitaban tantos gitanos, pero sí existía un folklore enorme anterior al flamenco. Son cantes con una tradición milenaria que se aflamencan. Antonio Mairena decía que el flamenco era un paquete que, para entenderlo bien, había que "desenliarlo", porque en ese paquete estaban el cante gitano-andaluz, que es una cosa, y los cantes flamencos, que son otra. Lo que dice Suárez
Japón no deja de ser interesante. Pero hay
contradicciones importantes. A saber:
-El gitano
andaluz no se entiende sin su hondo mestizaje con negros, moriscos y castellanos. Y además, hay
una arribada de gitanos que llegan de Europa del Este en el siglo XIX, diferente
de los gitanos de épocas anteriores.
-Eso de que la
mayoría de los "cantaores históricos" son gitanos no es así, ni en el
llano. Y el caso del gitano jornalero es un tema muy localizado, sobre todo en
la Campiña; donde probablemente heredó hechuras de moriscos (la figura del
gitano repostero, carnicero, zapatero...) o de castellanos menesterosos. -"Cante gitano-andaluz" es una expresión "mairenista", pero que no se corresponde con la realidad. Existió un Cante o Género Andaluz que se desarrolló en el siglo XVIII, localizado asimismo en los teatros
de La Habana, donde ya "gitano" empieza a ser sinónimo de
"andaluz", y eclosiona esa idea "exótica "en el
romanticismo. Pero eso no quiere decir que sea verdad: Quiero decir, que por uno ser andaluz, haya que ser gitano. Ni que la música andaluza sea patrimonio de los gitanos. Que se extienda un "mito" no le da validez empírica ni etnocultural. Por un lado, en el XIX surge la copla,
y a finales de siglo, el
flamenco, que lejos de venir de cuevas, marginación o malditismo, viene por Silverio Franconetti y otros artistas que
establecen repertorios por cafés cantantes. O sea, que es un repertorio musical aderezado y confirmado por
artistas, netamente. Y que es el resultado de "reinterpretar" el
folclore, como dice el musicólogo gallego Faustino Núñez. Y lejos de haber "cantes gitanos", el flamenco se basa en el "reencuentro" de
ritmos orientales (que
están presentes en todo el Mediterráneo), barrocos e hispanoamericanos; que al
fin y al cabo, son temas recurrentes hasta en nuestra cotidianidad; quitando el folclore más
influenciado por la repoblación, como la flauta rociera, la gaita gastoreña,
danzas de las espadas, etc.
Y bueno, la mayor
base musical del flamenco es el fandango antiguo (anterior al "fandango de
Huelva"), el mismo que el Diccionario de Autoridades de 1735 dice que es
"un baile muy alegre que han traído los que han estado en las
Indias".
Y no obstante, para
entender las músicas de Andalucía, Canarias y América, hay que establecer
siempre las rutas Sevilla/Cádiz-Canarias-Caribe-continente; en torno a los tres
siglos. En los últimos años del XVIII, esto cambia un poco con la política
borbónica del libre comercio; y así, Málaga también entra directamente en este
circuito. El mismo circuito que por ejemplo a mediados del siglo XIX, trae
"el tango de los negros" o "el tango americano" a Cádiz,
evolucionando luego en tangos y tanguillos flamencos.
Con todo, me
alegro que hasta los que acuden al "mairenismo" se vayan abriendo,
porque hasta hace 15 años era prácticamente imposible. Pero las evidencias ya
juegan demasiado en su contra. *Recuérdese:
La doctrina del Purgatorio fue definida por el Magisterio de la Santa Madre Iglesia sobre textos bíblicos (tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo) y sobre la tradición apostólica. No faltan tampoco los textos de los Padres de la Iglesia que la afirman.
En la católica España, sobre todo durante el siglo XVI, proliferaron las llamadas Hermandades de las Benditas Ánimas en las parroquias, cuya institución tenía por objeto rogar por las almas de los fieles difuntos; estas cofradías no serían, propiamente, hermandades de gloria, aunque tampoco participan plenamente del estatuto de hermandades de pasión. La mayor parte de estas hermandades se dedicaban a recabar limosnas para sufragar Misas y otras funciones religiosas en aplicación a las Benditas Ánimas del Purgatorio.
Muchas tradiciones locales, relacionadas con la festividad de Todos los Santos y, sobre todo, Fieles Difuntos, encuentran su origen en estas cofradías que gozaron de una gran vitalidad en las parroquias. El ilustrado siglo XVIII supuso en gran medida la supresión de estas cofradías que tuvieron que acomodarse a las cofradías pasionales que permanecieron y tomaron el relevo de rogar por las ánimas purgantes de sus miembros difuntos o de los difuntos de sus cofrades.
Es el caso, por ejemplo, de la tradición albaceteña de "El Blanco", también llamado "Ánima Muda". En el pueblo de El Ballestero (Albacete), un lugareño, cumpliendo promesa heredada, se reviste en secreto de blanco completamente, sin dejar ver ni su rostro (en un completo anonimato) y, provisto de campanilla y alforja, va por el pueblo pidiendo limosna sin salir de su mutismo. Esta tradición se realiza anualmente en el día de los Santos Inocentes, pero aunque la fecha no coincida con el día de los Fieles Difuntos, lo que El Blanco representa es el ánima de los antepasados que reclaman sufragios para aplacar las penas temporales que estos sufren en el purgatorio, no se trata de un disfraz, sino de un hábito que cubre de blanco completamente al que lo lleva, denotando con esa impersonalidad a la Iglesia Purgante. Que se celebre en el día de los Santos Inocentes no tiene tampoco ninguna connotación humorística, como podría hacer pensar el hecho de que ese día sea, generalmente, considerado como el día de las bromas llamadas "inocentadas", todo lo contrario: se trata de una tradición austera y severa, acorde con el más estricto espíritu católico de España. Podría verse aquí un vestigio de los limosneros de las antiguas Hermandades de Ánimas y que realizaban estas labores en sus respectivos pueblos.
La tradición local de "El Blanco" pasa por ser a día de hoy una singular costumbre local, pero -como hemos tenido ocasión de comprobar con otras muchas tradiciones- no sería extraño que se tratara de una de las últimas supervivencias de una práctica piadosa que podría estar más generalizada en toda España, como parece mostrarse en Mejorada (Toledo), donde encontramos el personaje de "El Cirigüelo" que, ataviado de forma similar a "El Blanco" del pueblo albaceteño, también cumple la misión de pedir limosna por las Ánimas del Purgatorio: se podría abrir por aquí una línea de investigación, es más que probable que no sean los dos últimos islotes donde se han mantenido estas ancestrales y cristianas tradiciones.
León hispánico venciendo al águila napoleónica, Astorga
ALGUNAS NOTAS SOBRE EL LEÓN EN LA TRADICIÓN ICONOGRÁFICA HISPÁNICA
Para mis amigos Doris y Luis Carlón.
Manuel Fernández Espinosa
Pronto hará un año que tuvo lugar en las excavaciones del yacimiento de Cástulo (provincia de Jaén) el hallazgo de una escultura que representa a un león, fechada alrededor del siglo II o I antes de Cristo. El emplazamiento que ocupaba en su origen esta escultura era la puerta de la ciudad, por lo que se deduce su función apotropaica (protectora de la ciudad en tanto que repelente de males físicos y espirituales). El León de Cástulo no es el único león descubierto por la arqueología ibérica. En Levante contamos con el León de Bocairente y con el León de El Molar que, a juicio de los expertos, formaban parte de la estatuaria funeraria, también con valor apotropaico y heroico. En Obulco (Porcuna, Jaén) se han descubierto en lo que, a todas luces, era un Heroon ibérico exvotos de leones machos y hembras. Y por todo el territorio ibérico y turdetano han aflorado de la tierra esculturas de leones, defensores de tumbas, de ciudades o incluso de mansiones. Comenta Blázquez que: "La actitud de la boca entreabierta, con los caninos juntos y la lengua colgando, que se documenta en la mayoría de los leones ibéricos y turdetanos, se encuentra en el león del portal de Malayta, fechado entre los años 1050-850 a. C. Esta pieza es importante para algunas esculturas turdetanas, pues el artesano ha trabajado de idéntica forma que en algún ejemplar de Nueva Carteya las arrugas del morro, que reaparecen también en el Museo de Linares (Jaén), hallado en Cástulo, y en varias otras cabezas conservadas en el Museo Arqueológico de Córdoba". Podemos decir que, sin olvidar el culto a otros animales (como el toro, el ciervo, etcétera), el león ocupó un papel importante en el imaginario de nuestros antepasados más remotos. Y, como suele ocurrir con la simbología más remota, lo ancestral se ha ido transmitiendo en el curso del tiempo, llegando a nuestros días bajo otras formas estilísticas en la iconografía heráldica y en la estatuaria.
En las monedas del Emperador Alfonso VII (año 1126) figura el León (alusivo a la Legio VII Gemina Felix, de donde León tomó su nombre transmutando "Legio" en "León"), siendo uno de los blasones más antiguos de toda Europa. La proyección del león leonés estaría presente con los Reyes Católicos y, sobre todo, con Felipe II tras la anexión de Portugal, donde el León representaba a la España que reintegraba para su entereza el reino portugués que era prolongación natural de la reconquista leonesa, separado por las argucias del dragón (símbolo de Inglaterra).
Es en la rica simbología de "La Dragontea" de Lope de Vega cuando excepcionalmente el león parece enajenarse como símbolo de España, viniendo a representar, junto al Dragón, a la pérfida Albión, ambos con el valor de animales heráldicos que portan una connotación infernal ligada a la herejía, a las malas artes de la política y a la piratería inglesas. Pero el caso de este poema heroico-político de Lope de Vega no impide que el León siga gozando de vigencia en la simbología hispánica. Las Casas Reales de Austria y Borbón no escatimaron su lugar al León.
En la España del siglo XIX el León recuperaría plenamente su importancia como figura que simboliza la furia española en lucha contra el invasor napoleónico. Así es como lo encontramos en el Monumento a los defensores de los sitios de Astorga y León, donde el León hispánico está venciendo al águila napoleónica. En el curso del siglo XIX sería repetidamente reclamado como símbolo y alegoría de España: lo vemos acuñado en las monedas isabelinas y tampoco se olvide que los cañones de Wad-Ras fueron fundidos para hacer los dos leones que protegen las puertas del Congreso de los Diputados, cada uno de ellos bautizados con los nombres de Daoíz y Velarde.
Tanto la Monarquía como la República empleó el León como alegoría de la fiereza hispánicas.
Nuestra Señora del Pilar, Patrona del Benemérito Instituto Armado de la Guardia Civil, Patrona de Zaragoza, Patrona de Aragón y Patrona de la Hispanidad.
Manuel Fernández Espinosa
En la noche del 3 de Agosto de 1936 se oye el amenazante rumor de un avión que sobrevuela los tejados de la ciudad de Zaragoza. Hace unas semanas que ha estallado la Guerra en España. El avión es del ejército de la República: el trimotor Fokker F. VII que había prestado servicios postales, pero había sido acondicionado para bombardero...
El avión había despegado horas antes del aeródromo militar del Prat de Llobregat. Su misión: bombardear Zaragoza. Su objetivo: la Basílica del Pilar, el corazón de Aragón y de España. El piloto lanzó cuatro bombas. Una bomba cayó en la plaza del Pilar, a unos metros del templo. Otra bomba cayó en el río...
La tercera bomba penetró en la basílica, dañando ligeramente una pintura de Goya. La cuarta bomba no llegó a penetrar en el templo, se quedó en el tejado. Ninguna de las cuatro bombas hizo su explosión. El piloto contó que tenía dos bombas más, pero extrañado por el prodigio, regresó a Barcelona sin cumplir su misión...
Asimismo, hay una impostura muy moderna sobre el tipo de voces a utilizar en el flamenco, siendo que parece que una voz ronca o quebrada es sinónimo de pureza. Nada más lejos de la realidad. Esta impostura, que hace que algunos cantaores mediocres más bien parezcan borricos resfriados (12) que flamencos, no data sino de los años 80 del siglo XX como mucho. Algunos, antes, ya habían supuesto que cantar con la voz ronca (“afillá”, como se dice en el argot flamenco) suponía algo así como una pureza ancestral. Pero lo cierto es que las primeras grabaciones que tenemos de flamenco como tal nos dicen todo lo contrario: El flamenco siempre se cantó con voz fina, con altos y bajos, con melismas muy conseguidos. Los cantaores gitanos así lo hicieron también. No es hasta el “post-camaroneo” (13) cuando esto se generaliza, e incluso músicos ajenos al flamenco, como Estopa o Melendi, imitan estas ronqueras como una especie de moda. Pero en el mundo del flamenco, estos resfriados borriqueros lo que significan es que no se llega, y se quiere ocultar la mediocridad encima en nombre de la “pureza”.
*La Niña de los Peines o el Niño Gloria, cantaores gitanos que en absoluto encajan en el estereotipo moderno de algunos que encima se erigen como "puristas":
ÚLTIMO APUNTE
Definitivamente, los gitanos no inventaron el flamenco, ni tampoco es su cortijo privado; ni se sabe cantar flamenco por el hecho de tener sangre gitana. Y esto no una diatriba contra el pueblo calé, en el cual tenemos buenos amigos. Reconocemos la valiosa maestría de muchos artistas gitanos que tanto han aportado a esta música, así como han aportado a la tauromaquia u otras disciplinas artísticas en España donde han sabido prodigarse. Pero las cosas hay que contarlas como son. Durante buena parte de los siglos XIX y XX, "gitano" se utilizó como sinónimo de "andaluz"; pero en honor a la verdad, bien fue el gitano transmisor y recolector de lo que ya había en Andalucía; como fue el negro para con las músicas criollas en Hispanoamérica.
Algunos intentan investigar las conexiones entre el flamenco y la música andalusí; o mejor dicho, la música de los descendientes de moriscos expulsados en el siglo XVII, extendida desde Marruecos a Túnez. Música que, de haberse conservado por tradición oral, tendría muchas “contaminaciones”; aparte de fusiones africanas y orientales. Y además, si en el siglo XVII ya los propios norteafricanos señalaban notables diferencias en agricultura, alimentación, fenotipos y etc. que habían traído aquellos del otro lado del Estrecho, ¿no pasaba eso en la música? La respuesta es obvia. Todavía la música andalusí constituye en el Magreb una suerte de distinción del resto de las músicas.
Otrosí, aun sin llegar al Magreb, en el Año de Nuestro Señor de 1567 el morisco Francisco Núñez Muley (de origen musulmán mas de religión cristiana), deja dicho en un memorial de protesta a Pedro Deza, presidente de la Chancillería de Granada: “Nuestras bodas, zambras y regocijos, y los placeres de que usamos no impiden nada al ser cristianos, ni sé como puede decir que es ceremonia de moros. El buen moro no se hallaba nunca en estas cosas tales, y los alfaquíes se salían, luego que començaban las zambras a tañer o cantar...
…en África ni en Turquía hay estas zambras... ”
Asimismo, el aragonés Pedro Aznar Cardona dijo de los moriscos que «eran muy amigos de burlerías, cuentos, berlandinas y sobre todo amicissimos (y así tenían comúnmente gaytas, sonajas, adufes) de baylas, danças solaces, cantarzillos, alvadas, paseos de huertas y fuentes, y de todos los entretenimientos bestiales en que con descompuesto bullicio y gritería, suelen y los moços villanos, vozinglando por las calles. Vanagloriavanse de baylones, jugadores de pelota y esfornija, tiradores de bola y del canto, y corredores de toros, y de otros hechos semejantes de gañanes».
Por eso reitero: Es totalmente erróneo identificar a los moriscos de España con los magrebíes o los árabes/orientales, por más que parlasen la misma lengua (que incluso en la Hispania musulmana estaba variando dialectalmente).
Empero, entre los siglos XIX y XX se forjó el Protectorado Español de Marruecos. Pensemos, asimismo, que en el Magreb francés, dentro de los pieds-noirs (esto es, los descendientes de europeos criados o incluso nacidos en el norte de África, fenómeno similar al de los boers de Sudáfrica o al de los criollos en Hispanoamérica), amén de franceses, también había muchísimos españoles. De hecho, era el segundo grupo más numeroso dentro de los pieds-noirs, amén de la mayoría francesa y minorías de alemanes, italianos, suizos o malteses. A Marruecos arribaron, pues, muchos tipos de artistas, tanto flamencos como cupletistas y hasta tangueros de estilo argentino. ¿Se produciría interacción y fusión en aquella época? Es muy posible. Sí sabemos, cuanto menos, que hubo músicos “andalusíes” que hicieron fusión con el flamenco y viceversa. Y el tema en general ahí lo lanzamos por si alguien quiere coger el guante de la investigación.
Tampoco se olvide que en el siglo XX comenzó un dialogante acercamiento muy interesante entre el mundo español de la copla y el fado portugués, que no en vano comparten algunas características. También ha habido algún diálogo entre el fado y el flamenco, pero aquí los resultados parecen ser mucho más tímidos.
No obstante, las fusiones más fructíferas que se han hecho en el flamenco ha sido con música hispanoamericana: El cajón peruano, adoptado por Paco de Lucía tras una gira en el país hispano-andino. La sempiterna ida y vuelta entre la música andaluza y la música criolla adaptada artísticamente. La misma percusión que se reencontró por la casualidad al cabo del tiempo, volviendo a retroalimentar una comunidad de acervo.
GUSTOS Y RECOMENDACIONES
Para finalizar, quede clara una cosa: Aquí no escribimos sobre gustos, porque eso no tiene caso. Las músicas, como todo en la vida, podrán gustar más o podrán gustar menos. No obstante, a aquella apocada legión de pseudonazis, frikifachas centralistas y demás majaras a los que tanto les molesta el flamenco, que en el fondo no es sino la expresión de un odio a lo andaluz tan enfermizo como el que tuvieron los separatistas antiespañoles (Castelao, Sabino Arana, Prat de la Riba) con quien colaboró gustoso el “andalucista” Blas Infante: Se nota que nunca han salido de España; porque si lo hubieran hecho, sabrían que la gaita gallega o la paella valenciana son tan representativas de lo español allende nuestras fronteras o más como lo puede ser el flamenco. Hasta el músico gallego Carlos Núñez (muy poco dado al “españolismo”) así lo dice. Que guste más o menos el flamenco es una cuestión; ahora bien, lo que no es de recibo es exhibir mala baba ignorante. Y en esta mala baba ignorante coinciden, reiteramos, con los tópicos de quienes consideran que el flamenco es su cortijo cateto-orientalista de borricos resfriados.
Y si el flamenco tiene repercusión internacional, es porque es una de las músicas más ricas de Occidente y sabe conectar con determinadas músicas del Mediterráneo así como también con músicas caribeñas y sudamericanas. Pero algunos no saben cómo disimular su odio antiandaluz y cargan con eso. Parece que tienen muchas ganas de que nos hagamos separatistas…
En fin, con respecto a un estudio pormenorizado sobre la autenticidad de los orígenes y el desarrollo del flamenco, recomendamos vivamente:
-La llave de la música flamenca, de Antonio y David Hurtado Torres. Signatura Ediciones.
(13) Aclaramos que nada tenemos contra Camarón de la Isla, al contrario: Crecimos escuchando y admirando a Camarón QEPD. Pero esto es como ocurre con Antonio Mairena: Una cosa es el artista y otra los aprovechados que se acogen a un determinado nombre.
Resumiendo: En
la Baja Andalucía se está dando un hervor cultural interesantísimo y por varias
gentes y zonas. Y el fandango es probablemente el elemento musical que más y
mejor explique esto, porque no en vano, en el Diccionario de Autoridades de
1735 lo define como un baile muy alegre traído por los que han estado en las
Indias. No es que el fandango se inventara en América, sino que se reinventó,
mejor dicho. Entre finales del XV y principios del XVI, esta música salió y
volvió entre el XVII y el XVIII transformada en otra cosa, y extendiéndose a
través de Canarias y los puertos andaluces por toda España; entrando a
posteriori en el flamenco con un estilo evolutivo propio.
Para entendernos
en un lenguaje actual: El fandango ejerció como una suerte de rock del barroco.
Fue el máximo molde musical hispano.
No obstante,
aclaramos: No es que los africanos inventaran esta música. En todo caso, los
negros de los puertos andaluces le dieron toques especiales a algo que ya
existía. Esos toques especiales se fusionaron en arrabales donde asimismo,
también había gitanos, moriscos y “castellanos de malvivir”; reiteramos. Y de
todos estos “grupos étnicos” se nutre el gitano español, y muy especialmente el
andaluz.
PORMENORIZANDO:
¿TIENEN ALGO QUE VER LOS GITANOS CON LOS MOROS?
"El
análisis de su genoma sugiere que llegaron a Europa en la alta Edad Media por
los Balcanes. Presentan un alto grado de endogamia pero los romaníes españoles
están entre los que más se mezclaron".
Y así es. El
mito "purista gitano" (una forma poco solapada de racismo) que
algunos todavía pretenden inyectar en el flamenco. Como dicen los Hurtado
Torres (y como recogen multitud de disposiciones en el siglo XVII) en su
imprescindible libro La llave de la
música flamenca , el censo de gitanos parece aumentar en demasía
coincidiendo con la fecha de la expulsión de los moriscos (de 1609 a 1613);
apareciendo "nuevos gitanos" en oficios donde hasta la fecha no se
les ubicaba: Campesinos, cocineros/reposteros, zapateros, artesanos...
Asimismo, los negros de Sevilla y Cádiz fueron “desapareciendo” a lo largo del
siglo XVIII; arrabales donde también iban muchos llamados "castellanos de
malvivir".
Por otra parte,
vamos a aclarar qué son los moriscos:
Identificar a
los moriscos (ibéricos) con los actuales magrebíes es un error de bulto propio
de la tendenciosidad romántico-politiquera. Los mismos magrebíes les llamaron
"andalusíes", e incluso hay algún cronista tunecino que los cataloga
como "blancos y rubios". Claro que habría alguno de pelo oscuro, digo
yo, pero para entendernos... Además, su comportamiento distaba mucho de ser
"musulmán ortodoxo": Los niños orinaban en las mezquitas; e incluso
antes, los conquistadores de Mali (que se apellidaban "Quti", esto es, "godo"),
entraban a caballo en las mezquitas, provocando la indignación de los
"buenos musulmanes". (11)
En resumidas
cuentas: La “clase alta morisca”, la más relacionada sanguínea y culturalmente
con elementos africanos y orientales, fue la primera en huir cuando las cosas
se pusieron feas para el islam en España. Lo que quedó, mayormente, aun con
pretensiones algunos de descender de beduinos (al igual que algunos otros se
creen descendientes directos de patricios romanos o reyes godos), fue una masa
culturalmente sincrética y mayormente hispana con significativo mestizaje con bereberes.
Era gente que no se adaptaba a la vida en el Magreb y siempre pensaba en
volver, y que incluso se esparció también por Francia y Alemania. Y los muchos
que se quedaron en África mantuvieron una endogamia que, asombrosamente, hasta
hoy en día dura.
Por tanto, los
moriscos que pudieran pulular por Triana, la Campiña, Jerez de la Frontera o
Cádiz, amén de los que pudieran quedar por Granada y alrededores, salvo alguna
palabra o alguna indumentaria, no distarían mucho de un español común, al igual
que de muchos blancos mediterráneos. Aprovechando que a los gitanos no se les
achacaba el peligro de islamismo ni de connivencia con piratas berberiscos o
turcos, fueron insertándose entre ellos, al igual que los negros de Triana y
Cádiz, o al igual que muchos castellanos pobres. De esta mezcla progresiva
durante siglos se forja el gitano, y especialmente el gitano andaluz, tal y
como lo entendemos hoy. Y es que el gitano, al igual que el judío, por mor de
su “nomadismo”, es uno de los pueblos más mestizos de la tierra. Ambos pueblos
han adoptado en su devenir costumbres de muy diversos puntos del mundo. Los
sefarditas también se nutrieron del acervo musical hispánico.
No obstante,
siempre nos quedarán las lagrimitas progre-selectivas por sefarditas y
moriscos; pero esos mismos llorones no sentirán pena por los cristianos
mozárabes que padecieron el yugo mahometano… ¡Cosas de la memoria histórica del
neoturnismo!
LA GESTACIÓN DEL FLAMENCO
Así las cosas,
ya desbrozada la cortedad de miras de los tópicos, vamos a analizar cómo se
gesta el flamenco, un tema donde también hay confusión a tutiplén. Siendo
exhaustivos, no es hasta finales del siglo XIX cuando aparece la palabra
“flamenco” para definir a esta música, que más que música en sí, es un amplio
repertorio, una especie de “remasterización”. Y aparece relacionado con
Silverio Franconetti, a la sazón, natural de Morón de la Frontera, hijo de
padre italiano, y residente durante varios años en el Uruguay. Gracias a él, y
a la difusión que le dio a este gran repertorio musical por los cafés
cantantes, es que se extendió y confirmó el cante flamenco; en una época donde
arribaron a Sevilla muchos montañeses, leoneses y gallegos. La figura del
tabernero montañés o de los cargadores del puerto gallegos estuvo muy presente
hasta bien entrado el siglo XX.
El porqué del
nombre “flamenco” sigue siendo un misterio. Hay una hipótesis arabista, que
vendría a ser de “fellah mengu”, esto
es, “lamento del campesino”. Otra sería “flamenco” como sinónimo de “farruco”,
“arriscado”, “bravo”, “chulo”, “pícaro”; que así sería asimismo cómo se
conocería a los gitanos; aunque la verdad es que como “farrucos” se conocía en
Andalucía a los gallegos. Otra sería relativa a los flamencos que arribaron a
la Sierra Morena en el siglo XVIII, en la época de Carlos III y su ministro
Pablo de Olavide, en aquel plan repoblador de la comarca de Écija, Córdoba y
Jaén que no salió bien. Muchos flamencos se habrían juntado con gitanos o
castellanos pobres y su presencia habría dado lugar al término. E incluso hay
quien alude también a los antiguos soldados de Flandes, que en el siglo XVII
habrían pululado por tabernas y antros de malvivir a espera de una soldada,
estilo “Alatriste” (el personaje literario de Arturo Pérez-Reverte). Con todo,
desde aquí, no podemos sino exponer estas hipótesis. No hallamos solución
taxativa ni satisfactoria.
Otrosí, ¿es el
flamenco una música ancestral? La respuesta es clara: No. Por supuesto, el
flamenco bebe de músicas anteriores. Pero no es una música que venga de
Tartessos ni nada de eso. En el siglo XVIII encontramos su antecedente
inmediato: El Cante o Género Andaluz, esparcido a través del mundo del teatro.
Y en este Cante o Género Andaluz sí que se usaron guitarras, bandurrias,
bandolas, orquestas… Como corresponde a esta música tan llena de matices,
sutilezas y hasta refinamientos. A tal punto que es capaz de musicalizar hasta
“simples pregones”, como ocurre con los caracoles:
Fenómeno similar
se da en el Perú:
Y bueno, del
Cante o el Género Andaluz también nacerá la copla, género musical que, mal que
le pese a tirios y troyanos, es familia directa del flamenco; y entrambos
mundos reciben constantes intercambios; a tal punto que, por ejemplo, no
sabríamos exactamente dónde insertar las habaneras andaluzas, si en la copla o
en el flamenco:
A su vez, la
copla se nutrirá de una importante influencia francesa.
La reacción
exagerada contra la Ilustración, movimiento intelectual que veía en muchos
elementos populares, ya musicales, ya cofrades/religiosos, un símbolo de
atraso, provocó con el tiempo un romanticismo que supuso, en muchos casos, una
especie de “neobarroquismo” abarcador.
¿Se gestó el
flamenco en una cueva o en una fragua? Otra negativa contundente tenemos por
respuesta. El flamenco se fragua tras un proceso cultural y hasta antropológico
muy complejo. Como decimos: Estamos ante un repertorio lleno de variedad. Y eso
no se gesta en un rincón apartado del mundo.
Ahora bien: ¿Hay
cantes, por así decirlos, más “reservados” (algunos llaman “más jondos”), que a
lo mejor los gitanos tomaron de los moriscos? (desechamos que esa música en
todo caso se conservase sin alteraciones desde la diáspora de la India…) Puede
ser. Aunque entramos en el terreno de la conjetura, da que pensar en el
“misterio” que desprenden cantes como la debla o la toná. O que las bodas
gitanas duren tres días, y que se lancen peladillas a la novia; exactamente
igual que siguen haciendo los descendientes de los moriscos ibéricos en el
norte de África.
Pero vamos más
allá: En el supuesto de existir ese fondo musical esotérico/exclusivo repartido
clandestinamente por fraguas y cuevas, eso no sería flamenco propiamente dicho.
Como no lo es el Cante o Género Andaluz. En todo caso, formaría parte del
acervo preflamenco; y es en ese mundo preflamenco donde ya comienza a darse
esta peculiar mezcla, habida cuenta de la fusión entre ritmos orientales (muy
anteriores a la llegada de los gitanos, reiteramos); con la consiguiente
rebumba de ritmos europeos mejor condensados con el barroco ya en el XVII; en
constante contacto con lo que luego entenderemos como "folclore
andaluz" (a su vez, otra fusión de diversos ritmos, aun teniendo más
presente la repoblación de la Reconquista), y con un contacto también constante
con las músicas que llegaban de América.
Centrándonos en
el acervo hispanoamericano, hay quienes han clasificado determinados cantes
flamencos como de “ida y vuelta”: Esto es, la rumba y la guajira (procedente de
Cuba), la vidalita y la milonga (procedentes de Argentina); o las colombianas, inventadas por el gran cantaor Pepe Marchena.
Empero, ¿es que se puede entender el flamenco sin la base musical del fandango
antiguo, de la cual bebe la guitarra todo el tiempo, hasta en el caso de la
soleá? Y también la petenera, en verdad creación mexicano-andaluza extendida
por el siglo XVIII; y no en vano Petén es una ciudad de la actual Guatemala. En
cambio, antaño a la petenera se le buscó un origen sefardí, o una mítica
cantaora… Y ni sabíamos que en las peteneras flamencas, entre finales del XIX y
principios del XX, también se habían utilizado castañuelas.